Aaron no está buscando el amor, pero él le encontrará. Y esconde algunas sorpresas en la recámara.
Un hombre tranquilo que se deja llevar por la corriente.
Aaron se alegra por todos sus amigos que han encontrado el amor, pero está empezando a sentirse como una especie en peligro de extinción: el hombre soltero. Aunque no está buscando a nadie para cambiarlo. Pero si alguien fuera a aparecer de repente, podría suponer que sería una mujer, más joven que sus veintisiete años y tan desinteresada como él en encontrar a su alma gemela.
Está a punto de descubrir lo equivocado que estaba en todas sus presunciones.
Trabajar en el Parque Nacional de Acadia le ofrece la oportunidad de conocer a todo tipo de personas, como el pintor que conoció el otro día. Un hombre callado, pero que ciertamente había dejado huella. Porque, por alguna razón, Aaron no se lo podía sacar de la cabeza.
Un alma magullada en busca de inspiración.
Dean ha retomado el pincel de nuevo. Un famoso artista que ha pasado los últimos años produciendo ilustraciones bajo un pseudónimo vuelve a Maine en busca de inspiración -y dejar el pasado tras él. La gloriosa belleza natural que le rodea le insufla de vida y trae con ella un nuevo amigo, un atractivo guarda forestal que resulta ser la única persona con la que Dean ha sentido una conexión en largo tiempo.
Pero cuando, inesperadamente, esa conexión se transforma en algo físico, las emociones de Dean comienzan a enmarañarse. Teme que la historia esté a punto de repetirse de nuevo.
Y no está dispuesto a dejar que le rompan el corazón por segunda vez.