Un romance es lo último que quiere Shaun. Pero ¿qué pasaría si eso es, exactamente, lo que necesita... y lo que se merece?
Un abnegado hijo que apenas se sostiene en pie.
Shaun no tiene mucho de lo que otros llaman vida. Cuando no está trabajando en el restaurante de Portland, Maine, está en su casa cuidando de su padre, que sufre demencia. Las únicas personas a las que ve a diario son a sus compañeros de trabajo y a Nathan, el enfermero interno que ha contratado para cuidar de su padre. Solo que él y Shaun son como barcos que solo se encuentran en la noche. Y en esas oscuras noches, cuando Shaun se siente tan solo, pensar en Nathan es lo único a lo que puede aferrarse.
Un atento enfermero.
Nathan no tardó ni cinco minutos en darse cuenta de que Shaun era un hombre especial. Ya ha lidiado con suficientes familiares indiferentes como para reconocer que Shaun no solo ha puesto, sino que siempre pondrá, las necesidades de su padre por delante. Y esa es la razón por la que Nathan está dispuesto a ir tan lejos como sea necesario para ayudarlo. Shaun se lo merece. La atracción que siente hacia él tendrá que quedar contenida en segundo plano, aunque no es que Shaun haya notado nada. Toda su atención está en su padre.
A lo mejor, ha llegado el momento de que Nathan convenza a Shaun de que puede cuidar a su padre y, aun así, tener una vida. Una vida que incluya otro tipo de amor.